Reflexiones

¿Quién es el más importante?

By 26 septiembre, 2016 No Comments

Nadie quiere pasar desapercibido por este mundo. De alguna manera todos aspiramos a tener fama, grandeza o importancia – y si no podemos lograr la nuestra propia idolatramos a otros que la consiguieron. Hay mucho donde elegir: “Estrellas” del deporte, del cine y de la música, del mundo político, de la moda – ¡las hay para todos los gustos! Son aclamados, seguidos y hasta idolatrados por sus logros, sin importarles a sus seguidores las vidas a veces tan deplorables que estos “ídolos” llevan detrás de su fachada de éxito.

¿Quién es de verdad la persona más importante que ha pisado el suelo de este mundo?

Me atrevo a decir que hay uno sólo que merece este calificativo: el Señor Jesucristo. ¡No tires este folleto ahora! Léelo hasta el final, para conocer sólo algunas de las razones por las que creo que Jesucristo es – y será para siempre – la persona más importante de la historia. ¡Puede que llegue a serlo para ti!

Una vida singular: Con su paso por el mundo cumplió minuciosamente un sin fin de profecías muy concretas, hechas acerca de él por muchos profetas a lo largo de miles de años. ¡Todo lo predicho de Él se cumplió al pie de la letra! 700 años antes de su nacimiento Isaías predijo que nacería de una virgen. Miqueas reveló el lugar de su nacimiento. En el Antiguo Testamento encontra-mos detalles precisos de lo que sería la vida y el ministerio del Señor Jesucristo que se cumplieron fielmente. Aun en cuanto a su muerte se predijo que sería vendido por 30 monedas, que se burlarían de él y lo menospreciarían, que sería repartida su ropa etc.

Una vida sin pecado: El podía decir lo que nadie puede decir: “¿Quién me puede acusar de algún pecado?” (S. Juan 8;46)

Una vida de autoridad: En los Evangelios leemos como Él sanó enfermos, calmó tempestades, echó fuera demonios, alimentó a grandes multitudes y hasta resucitó a muertos… Todo con un solo objetivo: el de demostrar que Él era él Mesías prometido, el Hijo de Dios. Sus enseñanzas eran mucho más que mera sabiduría y retórica. Hasta los importantes de su tiempo no pudieron más que reconocer que “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (S. Juan 7;46)

Una vida entregada por los demás: Su propósito final fue morir – en lugar nuestro – por nuestros pecados en la cruz del Calvario. Esto fue necesario porque la Biblia nos enseña que todos (- sin excepción -) somos pecadores y que por causa de nuestros pecados merecemos la muerte. Pero también nos afirma que Jesucristo saldó nuestra deuda, muriendo Él mismo en nuestro lugar. Podemos aplicar el valor de su muerte a nuestras vidas, reconociendo nuestra perdición y creyendo en Él para nuestra salvación. Tenemos que hacerlo con auténtico arrepentimiento, abandonando nuestros propios razonamientos y esfuerzos, creyendo en Él como único y suficiente Salvador. Así podremos darle las gracias por lo que Él hizo por nosotros, invitándole a nuestra vida para que él sea de aquí en adelante nuestro Señor.

Una vida que perdura: Muchos fundadores de religiones tienen su tumba que se puede visitar. Jesús – quien no vino para fundar ninguna religión, sino para salvar a los que se habían perdido – también en esto es totalmente diferente: Él dejo una tumba vacía: resucitó y volvió al cielo, desde donde nos sigue extendiendo su perdón, paz, y vida eterna.

¡Sí, Jesús está vivo! ¡Pon toda tu confianza en Él!

¡Este es el asunto más urgente de tu vida!